domingo, 16 de enero de 2011

HISTORIAS... CONOCIDAS

Les dejo aquí una historia, como tantas otras, que necesita ser escuchada...


FUI A TRAMITAR LA NACIONALIDAD ESPAÑOLA Y SALÍ APRETANDO LOS DIENTES.

Un sudaca tramitando la nacionalidad en el Consulado Español

¡¿Por qué no te callas?!


Cuando apenas asoma el 2011, el Consulado Español en Berlín me regaló lo que será mi peor día el año. El martes 11 de enero me acerqué al Consulado para averiguar si podía tramitar la nacionalidad española, pero me encontré con un profundo desprecio y salí de allí temblando de bronca e impotencia.

Desde que nací, en Mar del Plata (República Argentina), escucho a mi abuela hablar y ‘berrar’ en gallego. Desde que nací disfruto de sus ‘murrungungas’ y soy su ‘ruliño’. Desde que nací, en su casa suenan las Rianxeiras y su televisor tiene dos canales: Televisión Española y, tras su creación, Televisión de Galicia. Desde que nací supe que algún día visitaría a mis queridos de la tierra de la lluvia y la calma. Y así fue, cuatro veces los visité. No hace mucho visité la tumba de mis bisabuelos en la Iglesia de San Pedro de Nos. No hace mucho, comí chicharrones y berberechos y bebí Queimada con la hermana de mi abuelo, y con sus hijas y nietas, con quienes comparto la sangre pero no el pasaporte.

En 1949, con un padre muerto de hambre en el monte y un hermano herido de guerra, mi abuelo José cruzó el Atlántico para probar suerte en Argentina. No le fue fácil, los criollos no lo trataron bien, nunca. En 1950, a fuerza de muchísimo esfuerzo le envió a mi abuela Carmen los pasajes para ella, mi tía y mi padre. Dejando su amada tierra coruñesa, mi abuela se embarcó en lo que no sabía si sería el destino definitivo, la tierra de sus últimos días. Mi padre cuenta las veces que la vio llorar por su tierra. Seres queridos que morían allá, y ella que lloraba desde el sur. Santos y fiestas del pueblo allá; días intrascendentes en Mar del Plata...Mi sangre y mi apellido, mis historias de vida y las de mi padre y abuelos, caminatas por las Ramblas, la Gran Vía y la Mesquita de Córdoba, meses de visitas y varios caldos gallegos y fabadas asturianas me ligan a España.

Pero hoy, un día, una mañana de trámites de enero de 2011, el estado español me dice que no, que soy un ciudadano del tercer mundo, que para hacer valer mi sangre y mi historia de vida debo soportar ser tratado como un pordiosero que pide limosna en la Iglesia. No se trata de un trámite, sino de un favor que el estado español podría hacerme, siempre que “doble la frente, impotentemente mansa”, en las oficinas de sus consulados. Mi acento me vende: soy un sudaca.

El relato detallado de lo sucedido pinta el brutal significado que una anécdota, ocurrida en un Consulado, puede alcanzar. Bebiendo su café mientras me atendía mirando la computadora, la empleada me hizo notar su falta de intención alguna de ayuda. Con el maltrato con el que la sociedad asocia a una empleada pública me dijo, entre otras cosas, que “acá no es que tu vienes a ‘pedir’ [SIC] la nacionalidad y nosotros te la damos!” Incluso me solicitó un trámite que, según los requerimientos en el Consulado en Buenos Aires, no corresponde. Mi necesidad de la nacionalidad se combinaba con cierta urgencia, de modo que mi actitud era la de alguien que necesita caerle bien a la empleada. Cuando finalmente vio mi visa de estudiante en Alemania, me dijo que el trámite debía hacerlo en Buenos Aires, exclamando, con el yugo en la mano, que “esto a mí no me engaña, yo con esto sé que viniste por pocos meses”, sugiriendo que yo le había mentido, lo cual no es cierto. Ante esto retiré mis documentos manteniendo la calma y saludando con cordialidad, pero habiendo emprendido la retirada, volví sobre el mostrador para hablar con la empleada: “?Sabe por qué nunca había tramitado la nacionalidad antes? Por qué no quería sentir que venía a llorarle la nacionalidad a alguien. Con su ‘amabilidad’, usted me ha hecho sentir exactamente de esa manera, como un mendigo que viene a pedirle un favor al Estado español.” No pude hablar con firmeza y decisión, como uno debería quejarse en una oficina pública. Esta vez no pude. Cuando volví para hablarle me puse muy nervioso, mi voz apenas se notaba y mis manos comenzaron a temblar. No podía reconocerme, y mientras escribo esto la sensación vuelve. Estaba ahí, queriendo hacer valer mi derecho a ser tratado como una persona, pero de visitante, indefenso en un edificio lujoso y altamente vigilado de un estado europeo.

Al salir del Consulado lo veo a mi abuelo, acomodándose la boina con sus manos curtidas de carpintero, guardando un largo silencio y pensando que su país lo echó hace 60 años, y que 60 años después no quiere saber nada de él. Pero aún así, mientras caminamos por Finisterre y el viento de Tarifa sopla fuerte, me invita a no enojarme con España ni con los españoles. Me lleva a almorzar con Pablo Picasso, paseamos con Ramón Sijé y cenamos con Miguel Hernández, que me recuerda que compartimos la misma sangre, roja. Vuelvo a mi casa, escucho a Joan Manuel cantarle al Mediterráneo y a Tomatito entonar llantos de guitarras de acá y de allá; me contamino y me mezclo con Ana Belén; pinto todo de verde para Federico; y respiro al confirmar que las fronteras son una mentira, que las hacen los reyes y los gallos negros; de falange, de cinco flechas, de muerte.

Termino el día con los dientes apretados y el puño en alto, escuchando desde mi cama el susurro de los vientos del pueblo, que no conocen fronteras, que viajan libremente por los corazones de hombres y mujeres sencillxs del Norte y del Sur.


JERO MONTERO

jueves, 13 de enero de 2011

BUY ME A COFFE...


A ver qué opinan... (y por favor, opinen todos!)

Resulta que existe un sistema que coloquialmente se llama "Cómprame un café" (buy me a coffe), a través del cuál se reciben donaciones en un blog a cambio de ofrecerles algo útil a los usuarios.

En verdad, es algo que mis amigos, mi familia o mismo ustedes, ya me han planteado más de una vez. Lo cierto es que yo no hago lo que hago para recibir algo a cambio y con el cariño que me muestran, el agradecimiento, las palabras bonitas que me dejan y que sus viajes lleguen a buen puerto, me alcanza y me sobra. Pero no es menos cierto que unas pesetas no me vendrían nada mal, y más, teniendo en cuenta que aún estoy esperando mis papeles y no puedo trabajar.

El problema es que me suena un poco a mendigar y otro poco a subversivo. Qué se yo, es verdad que nadie está obligado a donar un sólo céntimo pero yo siento como si mancillara un poco el honor del blog, como si al poner un botón de donativos diera a entender que sí los ayudo a cambio de algo: a cambio de donaciones. Y no me convence mucho la idea :/

¿Ustedes qué opinan?

sábado, 8 de enero de 2011

CUMPLIMOS UN AÑO!!!


El 3 de enero el blog cumplió un año! Lo que significa que hace un año estábamos organizando nuestro viaje a España, estábamos trabajando a sol y a sombra para ahorrar, estábamos soñando con los ojos abiertos.

Jamás se me hubiera ocurrido que iba a escribir un blog con tanta concurrencia, lleno de gente linda que también sueña, sueña con una vida mejor o sueña con unas maravillosas vacaciones.

Gracias por estar ahí. Gracias por las palabras de apoyo y de reconocimiento. Gracias por pedir ayuda o consejo y permitirme meterme un poquito en sus vidas, dejarme poner mi granito de arena en sus viajes. Gracias por opinar y muchas gracias por leer. Gracias a todos =)

Lo que tocaría decir es que espero que sea por muchos años más pero no, sinceramente espero que llegue el día en que mi ayuda y este blog no sean necesarios para salir de vacaciones y todos podamos disfrutar del mundo entero sin tantas trabas. Ojalá llegue ese día. Ojalá todos disfruten de sus viajes sin problemas ni mentiras piadosas. Ojalá este año los encuentre felices y radiantes.

Muy feliz año!!! Y gracias a todos, otra vez.
Abrazo,
Cat