
El 25 de mayo los argentinos cumplimos 200 años y se conmemoró el bicentenario de nuestra independencia tirando la casa por la ventana. Hubo shows multimedia, desfiles, conciertos y miles de cosas más.
Cristina K debe estar que no pasa por la puerta después de tanto espectáculo a nivel primer mundo... y no es para menos, fue para sacarse el sombrero. Y ella hasta eligió su atuendo con los colores de la bandera.
La verdad es que si hubiera estado en Mar del Plata, probablemente no hubiera viajado 400 km para verlo. Pero acá, me picó la nostalgia y seguí los festejos por internet, como seguramente hicimos todos los argentinos que emigramos. Por un momento, sentí un orgullo inexplicable (inexplicable porque no soy orgullosa) y hasta se me piantó más de un lagrimón mirando las imágenes. Es increíble como las raíces crecen, y se hacen aún más fuertes, cuando estás inserto en la distancia.
Ya me pregunté una y mil veces cómo habrá sido para esos españoles e italianos que viajaron días y días en barco para llegar a nuestra tierra. Cuán difícil debe haber sido perder el contacto, perder esa cercanía que, gracias a la tecnología, disfrutamos nosotros. Cuán doloroso debe haber sido saber que acá ocurría una guerra mientras ellos estaban tan lejos...
Y resulta que ahora, somos quienes somos, en parte, gracias a esa gente que se subió a un barco, se tomó a nuestro país en serio y se hizo parte, se sintió en casa... como nosotros nos sentimos en casa acá, a 12 mil kilómetros de distancia.
Y vuelvo a sentir orgullo por mi gente... porque no seremos el primer mundo pero sabemos lo que significa luchar, no luchar en una guerra que ni siquiera nos pertenece sino luchar por estar mejor, por salir adelante... Somos supervivientes y somos los mejores en eso. Estamos acostumbrados a ser gobernados como se puede y no como se debe, pero seguimos adelante y nunca bajamos los brazos.
¡Feliz cumple, Argentina querida!