
A pesar de que el 99,9% de los argentinos descendemos de europeos (ya sean italianos, españoles, franceses o alemanes), obtener el privilegio de pertenecer a la comunidad no es tan sencillo como parece. Hoy, les voy a contar mis experiencias al respecto...
En mi caso, soy bisnieta de alemanes y españoles. Alemanes por el lado materno y españoles por parte de padre.
Como ya muchos deben estar al tanto, los españoles poseen la ley de nietos la cual, obviamente, no me toca a mí. Muchísimos españoles de tooodas las generaciones vinieron a nuestro país en distintas décadas de la historia sin ningún tipo de problemas (y lo siguen haciendo, sino pregúntenle a Sergio) pero para ellos, ser su descendiente (independientemente de la generación) no basta. Llega sólo hasta los nietos, los bisnietos... a otra cosa mariposa. Sin embargo, aunque en mi caso da igual porque ya estoy mayorcita, tienen una maravillosa ley que indica que siempre que lo quieras y antes de cumplir los 21 años podés indicar que no querés perder el derecho a la ciudadanía (esto sin importar si sos bisnieto, tataranieto, etc; siempre y cuando las generaciones anteriores ya tengan la ciudadanía hecha, claro). También dicen que cada caso es distinto y que nunca está de más averiguar. Que fue lo que hice.
Entre todos los papeles de mi abuelo, encontré uno en particular del consulado español que indica que mi abuelo cuando nació, así como fue anotado en el registro civil argentino, también fue anotado en el consulado de Buenos Aires (que hace las veces de registro civil español fuera de España). Por lo cual, mi abuelo tiene doble ciudadanía de nacimiento. Con ese papel en mano, me fui muy contenta al consulado español en Mar del Plata. El planteo que me hicieron fue ciertamente lógico, sigo siendo bisnieta de españoles. Mi abuelo será ciudadano español pero nació en suelo argentino por lo que, en tal caso, soy nieta de un argentino con ciudadanía española. Si mi papá antes de cumplir los 21 hubiera hecho el trámite... y yo hubiese hecho lo mismo, también a esa edad... ahora sería ciudadana española pero no, uno no siempre piensa en esas cosas a tiempo. De hecho, yo hasta ahora nunca había pensado instalarme por completo en otro país, así que para qué.
De todas formas, y como esperanza de último momento, mi tío se acercó con el mismo papel al consulado español en Buenos Aires. A él le dijeron, o al menos entendió, que tenía que sacar el turno como "hijo" (según la lógica común, él sería nieto). Lo que indica que si él pasa a ser hijo, yo paso a ser nieta. Pero ya veremos... mi tío tiene turno en marzo, mi papá va a ir con él para adelantar su trámite si es que todo esto es correcto. Habrá que esperar.
Por otro lado, y con pocas esperanzas con respecto a la ciudadanía española, averigué cuáles son los requisitos para la ciudadanía alemana y fui feliz al saber que para los alemanes sí alcanza sólo con ser descendiente, independientemente de la generación que seas. No importa si el alemán es tu abuelo, tu bisabuelo o tu tatarabuelo, siempre que puedas demostrar la descendencia.
Lo complicado era que mi mamá no sabía nada de nada, ni el nombre de sus abuelos, ni de que ciudad vinieron, ni dónde nacieron, nada. Así que tuve que ponerme a hacer investigación exhaustiva. Arranqué por lo obvio, la partida de nacimiento de mi abuelo, el padre de mi madre. Así supe los nombres de mis bisabuelos e incluso de mis tatarabuelos. Pero "oh, sorpresa" nuestra familia de alemanes resultaba ser en los papeles una familia de rusos... sí, rusossss!!!!!!! Lo mismo que nada si pensamos que un ruso necesita visa para ir de vacaciones a España y nosotros no. Y se pone peor...
Mi mamá insistió, dijo que podía no saber muchas cosas de su familia pero sí sabía y estaba 100% segura de que su descendencia no era rusa sino alemana. Que sus padres cuando querían hablar y que ella y sus hermanos no supieran de que hablaban, hablaban en alemán. Que sus padres no eran gente de estudio sino de campo y que por ende, el único acceso al alemán que podrían haber tenido era a través de sus padres.
En fin, seguir investigando.
La historia, aparentemente, fue así:
Resulta que hace muchos, muchos años en Rusia existió una zarina de origen alemán (Catalina la Grande) que quería colonizar la región del Volga, fronteriza con tierras germánicas. Como esta zona estaba prácticamente despoblada y abandonada, les ofreció a los alemanes mejorar sus condiciones de vida allí. Aprovechando la pobreza que había dejado la Guerra de los Siete Años (tras la Guerra de los Treinta Años), les ofreció no sólo las tierras sino también el oro y el moro en el Volga. Y muchos alemanes, obviamente, fueron a instalarse en esas tierras, a trabajarlas incansablemente, sin perder su cultura, su idioma, su religión ni su derecho a seguir siendo ciudadanos alemanes. En teoría, más de 30.000 alemanes fueron al Volga. Entre ellos, mis tatarabuelos.
Más tarde, en 1871 (año en que mi bisabuelo nació, en Rusia) se proclamó en Versalles el Imperio Alemán y de esa forma, empezaron a desarrollar la ciudadanía alemana (aunque los registros oficiales no llegan hasta esa época).
En 1872, Catalina la Grande les quitó todos los privilegios a los alemanes del Volga y así murieron todas sus promesas. Los alemanes del Volga, gran parte de ellos, empezaron a emigrar, no a Alemania sino a Canadá, EEUU, Uruguay, Brasil y Argentina.
Llegaron a nuestro país en un barco "ruso" y sin papeles que acreditaran que, en verdad, eran alemanes. Aunque claro, tampoco (incluso los nacidos en rusia) tenían papeles o registro alguno de que fueran rusos. Nada, que eran alemanes indocumentados literalmente hablando.
Algunos de estos alemanes volvieron a Alemania y obtuvieron antes de partir su "carta de ciudadanía". El caso es que como todavía no existían los registros oficiales, si no existe esa carta o se extravió, no hay trámite posible (que, ley de Murphy, obviamente es mi caso).
Sólo para contar el final de la historia de los alemanes del Volga... Muchos terminaron en nuestro país y en otros de América. Pero muchos otros se quedaron en el Volga y hasta lograron convertir la región en su propia República. Hasta que, en 1941, Stalin hizo un decreto para borrarlos del mapa, confiscándoles las tierras y las casas, ocupándolo todo los comunistas rusos y deportando a los alemanes a Siberia. Los desterraron a todos, sin excepción, a los nacidos en Alemania e incluso a los nacidos en Rusia, descendientes de alemanes. A muchos de ellos los llevaron a campos de concentración lo que derivó prácticamente en un exterminio en masa.
Sí, al final... es una historia muy triste.